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Parashat Koraḥ 5785 (Koraj)

Bᵉmidbar 18:8 Y habló el Eterno a Aharón: He aquí, te he dado el cuidado de Mis ofrendas, todas las cosas consagradas de los hijos de Israel, te las he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo. וַיְדַבֵּר יְהֹוָה אֶל־אַהֲרֹן וַאֲנִי הִנֵּה נָתַתִּי לְךָ אֶת־מִשְׁמֶרֶת תְּרוּמֹתָי לְכׇל־קׇדְשֵׁי בְנֵי־יִשְׂרָאֵל לְךָ נְתַתִּים לְמׇשְׁחָה וּלְבָנֶיךָ לְחׇק־עוֹלָם׃

Después de la rebelión de Koraḥ, Di-s ratifica el rol de los kohanim confieriendo a Aharón y a sus hijos el cuidado y derecho de las ofrendas sagradas. La palabra "mishmeret" implica una "responsabilidad de custodia", no simplemente una posesión, es un rol activo, vigilante y respetuoso donde los kohanim eran cuidadores en nombre de Di-s.

 

En tiempos donde muchas personas reclaman derechos pero se olvidan de los deberes que los sostienen, la Torá nos recuerda que cada don sagrado que recibimos, ya sea material o espiritual, implica una misión, un compromiso, una responsabilidad, porque hoy también recibimos ofrendas en sentido amplio: tiempo, confianza, conocimientos, plataformas, vínculos. ¿Qué hacemos con ellas? ¿Las consideramos oportunidades de servicio o simple utilidad personal?

Cada regalo viene con un propósito más elevado, como educar, acompañar o sostener a la comunidad, y debe ser asumido como ese "mishmeret", como una tarea que custodiamos con humildad y gratitud. Así como Aharón no pidió ofrendas, pero las recibió para servir mejor, nosotros también podemos ver en cada recurso que la vida nos da una invitación a usarlo con santidad, responsabilidad y continuidad.

A veces uno se pregunta: ¿Qué es verdaderamente un regalo? ¿Una sorpresa? ¿Un premio? ¿Un mérito? ¿Algo que se recibe sin esfuerzo? La Torá nos enseña que en el mundo de lo sagrado, el regalo más precioso no es lo que se recibe, sino la posibilidad de servir.

Aharón sintió angustia tras la rebelión de Koraḥ. Dudó de sí mismo. Se preguntó si era digno. Y fue entonces cuando Di-s lo consoló, confirmándole que él no estaba allí por sí mismo, sino porque había sido ungido para cuidar lo que es sagrado, para sostener lo invisible. Vivimos en una época que enaltece la visibilidad, el aplauso, el "me gusta". Pero la Torá nos recuerda que lo más valioso es muchas veces invisible a los ojos: la entrega callada, el gesto fiel, el compromiso silencioso. La verdadera autoridad no se defiende con palabras, sino con acciones.

Un midrash señala que Aharón no respondió a los ataques de Koraḥ porque sabía que la verdadera autoridad no se defiende con palabras, sino con acciones. Y así, Di-s le respondió con confianza. Le entregó el corazón del pueblo, para que lo cuidara. Hoy más que nunca, necesitamos recuperar esta mirada. Ver en cada oportunidad de acompañar, de enseñar, de amar, de construir comunidad, un regalo sagrado. No porque nos destaque, sino porque nos conecta con algo más grande que nosotros.

Cuando recibas una palabra de afecto, cuando alguien te confíe su dolor, cuando te llamen para una tarea difícil, no lo veas como una carga. Míralo como una terumá, como una ofrenda elevada que Di-s puso en tus manos, y recordarás a Aharón, y verás que también vos estás ungido; no con aceite, pero sí con historias, con alma, con legado. Y que en tu forma de cuidar lo que te fue dado, se escribe la continuidad de nuestro pueblo, porque cuidar lo sagrado es, siempre, el mayor acto de amor.

¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Yisra’el, Shalom al olam!

HaMoré Sergio Man
Junio 2025

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